jueves, 18 de marzo de 2010

Platónicos! (1ª Parte)

Respiro profundamente, lo sé, lo siento. Puedo negarme mil veces y seguir así durante… sabe dios cuanto tiempo. Puedo hacer oídos sordos a esta sensación que había olvidado sentirla. ¿Como me puede poner tan nerviosa? ¿Pondré ojitos al mirarlo? ¡Dios! Me tengo que tranquilizar, esto es producto del cansancio, tiene que ser motivo de una pequeña enajenación mental y…¡debe de ser transitoria!… causada por todo el tiempo que estas pasando sola. ¡Si! ¡Eso debe de ser! No estés pensando en boberías y sigue con lo tuyo que ya tienes bastante.


Hago mentalmente la lista de la compra por cuarta vez para poder quitármelo de la cabeza cuando me doy cuenta que mientras intento persuadir a mi mente, mis ojos siguen su silueta, sus pasos, sus gestos… ¡Perfecto! Ese es el adjetivo que lo define, puede que no parezca el más guapo de cara a la galería, pero a mis ojos resulta bastante atractivo, con sus facciones relajadas que me transportan a un estado de total tranquilidad, su mirada bondadosa que suele camuflarla tras sus gafas de pasta negra y su sonrisa pícara que hace que mi mente vuele hasta mundos inimaginables.

¡Sí! ¡Es él! Y por más que intente mentirme, sé que poco a poco ésto, irá creciendo aunque no quiera darme cuenta. Porque yo soy así, enamoradiza. Soy de las que, aunque se definan como liberales, sueñan con un caballero andante que viene a salvarlas de cualquier peligro, solo por el mero hecho de honrar a su amada. Patética, lo admito, pero ¿quien manda dentro de sus “gustos”?...

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