domingo, 21 de marzo de 2010

Platónicos! (2ª Parte)

Sigo sin quitarle ojo de encima cuando me percato que su mirada se cruza con la mía, me invade un calor que sube desde mi ombligo para depositarse todo en mis mejillas, ¡muy bien! Encima me pongo colorada, eso es, ayudando... Le sonrío como buenamente puedo a lo que él me contesta con una sonrisa que ni decir tiene que no se parece en nada a la mía, una sonrisa amable, sincera. La mía, en cambio, conlleva unos matices de histeria causados por la gran inseguridad que cargo encima. Termina con quien esta hablando y sin titubear se dirige hacia mí, ahí es cuando empiezo a saber realmente lo que significa estar nerviosa. Me saluda y cogiendo aire nuevamente, le devuelvo el saludo y sin percatarme como, comenzamos a debatir sobre mil cosas a las que ni por asomo pongo asunto… ¿porqué se acerca tanto?...

Puedo sentir su respiración acariciando sus palabras. Poco a poco, su "palique" se torna menos superficial, pasando a aspectos mucho más íntimos. Mis inquietudes van pasando a un segundo plano, no sé si por el notable acercamiento o por los dos cubatas que me tome de golpe antes, mientras mis ojos perseguían sus movimientos. O muchísimo peor, puede que sea por el conjunto de ambas. Mi inusual satisfacción llega hasta un punto que noto como su mirada coquetea con mi sonrisa, sus labios se tornan cada vez más apetecibles y su voz, más cautivadora. Esto deberá de significar algo, digo yo... si...¡Sí! No hay discusión, me esta cortejando, de alguna o de otra forma tiene que ser su forma de ligar. ¡Seguro!

A pesar de que intento mantener mi cara de interés máximo, mi cabeza divaga hacia algún lugar algo más romántico, mas íntimo, y creo oírle decir que conmigo sintió un flechazo, que  me desea desde el primer minuto al verme. La quemazón de mi cara empezó a descender hacia la parte más impúdica de mi cuerpo y mi deseo comenzaba a despertarse. No se cual fue el momento en el que la conversación se desvió, ni cual fue el tema que nos hizo llegar a un punto sin retorno. Lo único que recuerdo con total seguridad fue una frase que me hizo despertar de mi trance momentáneo...

- ¡Que gran amiga eres! Sé que puedo contar contigo para lo que sea…- me soltó junto a un abrazo de oso y un beso en las mejillas. En ese instante experimenté lo que significa, en sentido figurado, que me lanzaran encima una jarra de agua fría…

jueves, 18 de marzo de 2010

Platónicos! (1ª Parte)

Respiro profundamente, lo sé, lo siento. Puedo negarme mil veces y seguir así durante… sabe dios cuanto tiempo. Puedo hacer oídos sordos a esta sensación que había olvidado sentirla. ¿Como me puede poner tan nerviosa? ¿Pondré ojitos al mirarlo? ¡Dios! Me tengo que tranquilizar, esto es producto del cansancio, tiene que ser motivo de una pequeña enajenación mental y…¡debe de ser transitoria!… causada por todo el tiempo que estas pasando sola. ¡Si! ¡Eso debe de ser! No estés pensando en boberías y sigue con lo tuyo que ya tienes bastante.


Hago mentalmente la lista de la compra por cuarta vez para poder quitármelo de la cabeza cuando me doy cuenta que mientras intento persuadir a mi mente, mis ojos siguen su silueta, sus pasos, sus gestos… ¡Perfecto! Ese es el adjetivo que lo define, puede que no parezca el más guapo de cara a la galería, pero a mis ojos resulta bastante atractivo, con sus facciones relajadas que me transportan a un estado de total tranquilidad, su mirada bondadosa que suele camuflarla tras sus gafas de pasta negra y su sonrisa pícara que hace que mi mente vuele hasta mundos inimaginables.

¡Sí! ¡Es él! Y por más que intente mentirme, sé que poco a poco ésto, irá creciendo aunque no quiera darme cuenta. Porque yo soy así, enamoradiza. Soy de las que, aunque se definan como liberales, sueñan con un caballero andante que viene a salvarlas de cualquier peligro, solo por el mero hecho de honrar a su amada. Patética, lo admito, pero ¿quien manda dentro de sus “gustos”?...

lunes, 15 de marzo de 2010

Sin ti, sin mi...

Que hace el sexo en internet,
el pudor en la vedette,
que hace un porche en Tel-Aviv.
Un pigmeo en un iglú,
una duda en un gurú,
que hace Frida sin sufrir.

Si así, como quien no quiere la cosa,
más fácil dispara rosas un misil
que tú un quizás.
Quien me manda ser adicto de tus besos
si la luna no es de queso,
ni tu boca souvenir.

Que hace un casto en un motel,
que hace un genio en un cuartel,
y que estas haciendo tu, sin mi...

Que estas haciendo tu,
que estoy haciendo yo.
Subastando en el mercado
besos tan improvisados
con despecho al portador.

Que estas haciendo tu,
que estoy haciendo yo.
Malgastanto en cualquier cama
lo que se nos de la gana
pa' vengarnos de los dos.

Que hace un lunes en verano,
un judio sin paisanos
y que estoy haciendo yo... sin tí.
Que hace un hippie en la oficina,
una orca en la piscina,
una monja en carnaval.

Que haces tu cuando estas sola
chapuceandote en las olas
de un pasado que paso
Que hago yo cuando el domingo es por la tarde
y el campeón se hace cobarde,
y pregunta donde estas.

Ya no estoy para los versos de Neruda
si en mi cama no figura
ni un buen beso de alquiler
que hace el Louvre sin Monalisa,
un nudista, con camisa.
Y que estoy haciendo yo, sin tí...

Que estas haciendo tu,

que estoy haciendo yo.
Subastando en el mercado
besos tan improvisados
con despecho al portador.

Que estas haciendo tu,
que estoy haciendo yo.
Malgastanto en cualquier cama
lo que se nos de la gana
pa' vengarnos de los dos.

Que hace un 30 de Febrero.
Que hace un rey sin heredero,
y que estoy haciendo yo, sin tí...

miércoles, 10 de marzo de 2010

Recuerdos de Sal

Aire que detiene el llanto
cielo azul que es todo luz
brillo de la mar serena
sabe a a sal la arena de tu corazón

Resistiendo males, tempestades
el paso del tiempo ha dejado su huella
como lo hace el ancla
en el fondo del mar

Calido refugio pa'l extraño
abrigo de mi alma
la luna y tu mando de estrellas
me han visto crecer

Con tu imagen siempre en mi recuerdo
aunque falte una vida, regreso
y mis ojos no quieren más que
verte al amanecer

Tú que eres mi calma y mi consuelo
el faro que siempre guía mis pasos
tierra donde echar raices
tierra que me ha visto nacer.

jueves, 4 de marzo de 2010

-Mitología Clásica- "Aquiles"

[...] Pero mi muerte no se produjo. Atenea, remplazó mi cuerpo, bajo la soberbia armadura, por el de uno de los muchos héroes caídos en combate, y ese fue el cuerpo que los perros y las carroñeras despedazaron, pues nunca se incineraban ni se enterraban los cadáveres en aquellos tiempos, ya que el fuego y la tierra eran parte de nuestros dioses y no debían ser contaminados. Lo de la unión de mis supuestas cenizas a las de Patroclo, fue poético, pero pura invención de alguno de los numerosos copistas de los textos originales. Yo fui trasladado al Olimpo y, allí, mi madre, la diosa Tetis, y sus nereidas y ninfas restañaron mis heridas y cuidaron con afán mis doloridos tendones. Poco después Zeus, gran diplomático, donde los haya, me declaró Inmortal...

[...]Por otra parte, mi relación con Patroclo fue mucho más allá que la fuerte y simple amistad que me unía a otros de mis compañeros o que sigue uniéndome a alguno de ellos, como ocurre con Diomedes, mi actual socio. Por Patroclo, mi amado primo, siempre sentí una especial atracción; desde nuestra prematura pubertad mantuvimos relaciones muy íntimas que compatibilizamos con nuestra intensa devoción por la mujer y sus suaves cuerpos, llenos de ondulantes y jugosos rincones negados a la constitución masculina. Era cosa frecuente en mi época y durante los siglos posteriores, en las civilizaciones grecorromanas, asiáticas o árabes, mantener relación homosexual pública con atractivos varones sin que ello fuera causa de escándalo, nadie tenía que recurrir a ese ridículo salir de los armarios, como ocurre en los tiempos actuales, era una cosa natural y frecuente que realzaba la condición varonil, añadiéndole una atractiva ambigüedad, ambigüedad muy apreciada por las mujeres. Fueron los tiempos posteriores los que satanizaron la unión homosexual, como satanizaron la promiscuidad heterosexual, admitido en otros tiempos, del que la sociedad actual pretende, con hipocresía, aborrecer, cuando jamás fue tan infame su utilización como lo es ahora. [...]